miércoles, 28 de diciembre de 2016

LA NIEBLA EN EL ESPEJO por SUSAN HILL

o como se conoce en México en obra de teatro
EL FANTASMA EN EL ESPEJO



~Para Valerie~



Acerca del libro

Huérfano a la edad de 5 años y enviado al extranjero de Inglaterra a África, Sir James Mounmouth ha pasado la mayor parte de su vida viajando, siguiendo los pasos de su héroe de la infancia, el explorador Conrad Vane. Sir James regresa a Inglaterra una noche fría y lluviosa con la intención de descubrir más, pero no de si mismo sino de la juventud del explorador. Sobre aviso de no seguir por ese camino, Sir James se torna más decidido para develar los misterios del pasado -pero quién es ese misterioso niño que lo persigue a cada paso, y por qué sólo él puede escuchar sus gritos escalofriantes  y los lamentos desesperados¿

** Disculpas anticipadas por el uso incorrecto de signos de interrogación y admiración.
Problemas con el teclado.

PREFACIO 
Manuscrito de Sir James Monmouth

Londres en la biblioteca del club social, una tarde de noviembre. Una temporada vacia entre los últimos días de Octubre pero aún muy lejos de la cercanía de la Navidad.

En las calles, el aire se siente ligero y crudo mientras la lluvia ligera que cubre el pavimento me enfría la cara y me empapa las mangas del abrigo.

He caminado la mayor parte de mi camino a través de las calles y parques de Covent Garden, zigzagueando entre locales me doy cuenta de las luces que alumbran el interior de los corredores como si fueran tesoros dentro de cavernas. Doy un giro y me encuentro de repente frente a Pall Mall.

Ahora, me detengo frente a una puerta bellamente  labrada y por unos segundos solamente me quedo mirando y apreciando el silencio y la calma del lugar al abrir la puerta.

Las lámparas están encendidas y los leños del fuego se queman lentamente en la gran chimenea de piedra. Había un pequeño set de te, el brillo de una tetera plateada y el reconfortante olor combinado a agua recién hervida, pan tostado y el suave aroma del tabaco.

El clima había atraído a más personas de lo usual a esa hora del día pero aun así no había nadie conocido, lo cual estaba bien por mí, pues lo único que tenía en mente eran una taza de té y revisar la edición vespertina del periódico. Sin embargo, no tuve ningún problema en responder amablemente al saludo de un hombre un tanto apartado de los demás sentado en uno de los cubiculos detrás de un escritorio. Él siempre me parecía melancólico y me llamaba la atención verlo siempre solo.

Su nombre, Sir James. Me senté cómodamente en un viejo sillón de piel. Detrás de nosotros las pesadas cortinas seguían abiertas y por la ventana se veían las lámparas rodeadas de un halo de niebla.

'La neblina anuncia el final de un día miserable' dije.

Sir James Monmouth asintió con la cabeza. Era un hombre reservado y aún atractivo que parecía muy a gusto con su propia compañía. Abogado¿ Empleado de Gobierno¿ No tenía la menos idea, lo único que sabía es que era un hombre agradable para los miembros más jóvenes del Club por su forma de ser modesta y poco agresiva, en resumen, me agradaba lo poco que sabía de él.

'Aún así disfrute mi paseo' dije sonriente cuando me trajeron el té y un tazón con pâté de anchoas junto con unas rebanadas de pan tostado, 'Confieso que adoro las calles de Londres sin importar el tiempo' aseguré.

'Ah' dijo Sir James, 'las calles de Londres, un hombre puede caminarlas por muchas horas' se acomodó en su silla y recargó la cabeza hacia atrás de manera que su rostro quedó oculto en las sombras.

'Por supuesto, es más agradable aún si se cuenta con un refugio como éste al final del recorrido, con luces, fuego en la chimenea, agradable compañía' dije mirando el té y pan tostado.

'Así es' dijo después de una pausa 'un refugio en realidad. Yo también soy muy afortunado de contar con un lugar así' 

'Usted casi siempre está aquí Sir James'

'Si, generalmente estoy aquí. I rezo por qué así siga siendo pues este lugar es como una casa para mí, con familia y amigos'

Algo en la forma en que lo dijo hizo sentir extraño e incómodo, pero lo borré de mi mente y le invité una rebanada de pan tostado. Pero él lo rechazó cortésmente y, en ese momento dos de mis amigos entraron a la estancia y se sentaron con nosotros. Mis dudas se disiparon.

'Hemos oído del Sr Sideham' -Sideham era el encargado principal del Club- 'que aparentemente un residente del área de visitas ha visto un fantasma¡'

'No tenía idea de que hubiera fantasmas' dije 'será un soldado decapitado¿'

Foulkes tosió y se empezó a reír y en seguida las personas de alrededor voltearon a vernos, se escucharon personas sonando la lengua en reprobación al escándalo de la risa y nos callamos inmediatamente, la biblioteca regresó al silencio.

Sin embargo, el tema del fantasma fue traído una vez más cuando nos mudamos al salón de fumar terminando la cena y, entre cigarrillos y bebidas, especulamos de varias teorías y filosofía acerca de la creencia de fantasmas y mundos más allá de la muerte. Hablamos de la historia del fantasma del Club y acordamos que no se distinguia por ser una historia muy convincente. Así que empezamos a proponer otras historias aunque ninguna parecía en particular buena o convincente.

'Existen mejores historias de fantasmas escritas' Foulkes dijo para terminar 'lo de contar historia de terror mejor se lo dejamos a  los profesionales'

Así que dejamos el tema por la paz y continuamos la plática de otros temas.

El grupo se disolvió poco antes de la medianoche, iba cruzando el pasillo rumbo a closet de los abrigos cuando voltee inmediatamente pues escuché alguien caminando muy cerca detrás mío.

'Por casualidad tomará usted taxi¿' dijo Sir James Mounmouth con cierta cautela.

'No, no. Mi habitación está a menos de media milla. Me iré caminando' 

'Le molestaría si compartimos el camino¿'

'Por supuesto que no, al igual que yo usted también siente la necesidad de aire fresco antes de retirarse a dormir'

Él no me contestó, solo se dirigió a la entrada principal y esperó a que me dieran mi abrigo para irnos juntos.

La fría neblina seguía, lo que hizo que se me resintiera la garganta al combinarse el smog y los olores del río junto con nuestro aliento.

En la esquina, el brasero del tostador de castañas seguía ardiendo levemente aún y aunque el vendedor se había ido desde hacía más de una hora.

Las calles estaban desiertas, solamente los grandes edificios y antiguos nos observaban desde arriba.

Al principio ambos caminábamos sin hablar, pero estaba seguro que Sir James no me estaba acompañando por el simple motivo de venir a estirar las piernas después de una velada sentado en el Club. Su silencio me puso tenso.

Llegando a la siguiente esquina un taxi solitario esperaba debajo del poste. Mi acompañante se detuvo.

'Hasta aquí lo dejo' dijo.

'Muy bien, le deseo muy buenas noches Sir James'

Ya me iba cuando lo escuche decir 'Espere un momento...'  Su cara alargada y angular de cabellos finos me miró fijamente. Me di cuenta que era más mayor de lo que yo había percibido antes.

'No pude dejar de escuchar lo que hablaban después de cenar ... su conversación en la sala de fumar' dijo.

'Oh eso no fue más que historias tontas. Los muchachos solo bromeaban' aseguré.

'Pero usted parece haber tomado la conversación en serio' comentó.

'Le confieso que el tema siempre me ha interesado'

'Pero... Usted cree¿'

'Yo¿ Creer¿ Bueno... no sé' ese era un tema que no tenía muchas ganas de retomar y menos tan tarde y en una calle solitaria.

'Yo tengo... una historia. La traigo conmigo ... tal vez usted le gustaría leerlo'

'Una historia real? O una de ficción? Algo que le sucedio a usted Sir James? 

'No' dijo él. 'Es solamente es un recuento de... ciertos eventos'

Sir James alegró un poco la voz y agregó 'Es solamente para pasar el rato, si en algún momento tiene un poco de tiempo de ocio'

En ese momento escuchamos unos pasos acercándose provenientes del final de la calle. Sir James volteó rápidamente y trató de ver por entre la niebla. Entonces, y de súbito, su mano me alcanzó y me sujetó el brazo con fuerza.

'Le suplico' dijo en voz baja y apresurada 'léalo¡'

Las campanadas de la torre del reloj anunciaron la hora.

Pasaron varios días antes de que regresara al Club. Estuve de viaje de negocios al norte del país y de ahí me fui directo a mi casa en Norfolk en donde me relajé frente al fuego rodeado de mi adorada familia. Mi pequeño, de nombre Giles, tenía un labrador cachorro que nos entretenía gran parte del día. Mi mujer Ann pacientemente daba paseos por el establo y paseos en pony a nuestra Elsa que apenas tenía 3 años. Yo pasé un día excelente de cacería y regresé a casa con un saco medio lleno, pantalones enlodados y silbante como un ruiseñor.

Mis visitas a casa nunca me fueron sencillas, esa transición entre padre de familia y casi soltero en mis continuas visitas de negocios a la ciudad. Por un día y medio me sentía incómodo, una parte de mí se quedaba en casa mientras la otra parte estaba conmigo de viaje. Algo que me hacía sentir bien eran las visitas al Club cuando estaba en la ciudad.

Eran casi las 9 en un Lunes por la noche en el Club cuando al abrirse la puerta me saludó el Sr Sideham.

'Si puede esperar un momento Sr, alguien me encargó un paquete para usted"

'De la oficina postal¿' pregunté yo sorprendido. Yo casi nunca recibía correo en Club a excepción de avisos del Club o otros documentos poco relevantes.

'No Señor, me lo dejó Sir James Monmouth'

'Oh, ya veo'

La conversación y el curioso comportamiento de la noche anterior me regreso a la memoria -aunque ya casi lo había olvidado pues había pasado algún tiempo de ello. Recordé la calle obscura y silenciosa, y de la reacción de pánico o miedo que tuvo en un instante -yo no estaba seguro qué es lo que había pasado para que él se comportase así.

'Me pregunto porque no esperó a entregármelo él mismo' dije, mientras el encargado me entregaba un paquete asegurado en papel café y atado con un lazo.

'Sir James se ha ido de viaje por unos días Señor' respondió.

Eso me sorprendió, Sir James me había dicho que casi nunca salía, que siempre lo encontraría detrás de su escritorio al regreso de mis viajes. Posiblemente tuvo la necesidad de cambiar un poco de aires y ya no pensé más del asunto. Tome el paquete y lo deje junto a mi abrigo y me fui a pedir un whisky.

No hable con nadie esa tarde y después de pasar un buen rato revisando periódicos, mis ojos se sintieron pesados y pensé en retirarme a mi habitación rentada en Picadilly en la que habitaba durante esa visita. A la salida del Club tomé el paquete que me dejara Sir James aunque muy posiblemente no lo abriría esa misma noche sino esperar hasta regresar a casa con mi familia el próximo viernes.

Sin embargo, el camino de regreso a mi habitación, por las calles frías y bajo una noche estrellada me quitó el sopor y al llegar pensé era una buena idea empezar a leer los documentos esa misma noche en lugar de pasar horas en la cama dando vueltas. Cuando abrí el paquete me di cuenta que eran tres cuadernos envueltos en un trozo de piel negra. El manuscrito estaba escrito en letra elegante y legible, y una vez que me acostumbré al estilo de escritura me fue tan sencillo como si leyera un libro impreso.

Me senté en el sillón y apagué todas las luces a excepción de una lámpara detrás mío. Yo creí que leería una hora a lo máximo hasta que me empezase a vencer el sueño, pero la historia me atrapó de tal manera que rápidamente olvide la hora y hasta en donde me encontraba.

La madrugada grisácea del día siguiente que se metía por entre las cortinas me encontró todavía en el sillón, con el manuscrito terminado en las rodillas mientras yo estaba sumido en un sueño inquieto y lleno de fantasmas.



Continuará...    Capítulo Primero LA HISTORIA DE SIR JAMES MONMOUTH

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